Cuando más conozcamos sobre los nutrientes que nos proporcionan los alimentos y sobre el modo en que actúan en el organismo, mejor preparados estaremos para tener una alimentación diaria nutritiva y saludable con arreglo a una mejor respuesta de nuestro cuerpo tanto para las necesidades del diario vivir como para la prevención de enfermedades.
Los lípidos son en realidad materias grasas que están contenidas en los alimentos. Algunos ejemplos de lípidos son la nata y la crema de la leche, la mantequilla y los aceites.
Casi todos los alimentos contienen tanto lípidos como proteínas y glúcidos, pero su función será diferente para el efecto que tenga en el organismo dependiendo de cuál de estos tres componentes sea el predominante.
Es decir, contribuirán más o menos para una nutrición completa no según la presencia de uno de estos componentes sino a cuál sea el que mayoritariamente se encuentre en ese alimento.
Por ejemplo, en la composición nutricional de la leche está presente la grasa, pero es predominante la lactosa -también llamada azúcar de la leche-, por lo que no es un lípido sino un glúcido.
Los diferentes tipos de proteínas, por su parte, que cumplen una importante función en la recuperación y creación de tejidos musculares, son combinaciones de distintos aminoácidos.
Además de sus funciones básicas para el organismo, las proteínas contribuyen en gran medida a que tengamos sensación de saciedad -algo que muchos hemos comprobado.
Algunos alimentos que podemos incorporar a nuestras comidas y dietas que dan un importante aporte proteico para una buena nutrición son los huevos, el queso, los embutidos y carnes como la de res, cerdo y aves.
Los glúcidos, también llamados carbohidratos, por su parte, consisten en moléculas que son metabolizadas en glucosa por nuestro organismo y deben estar presentes en la dieta diaria.
El almidón y los azúcares son característicos glúcidos y su función en los procesos del organismo es aumentar el nivel de azúcar presente en la sangre, expresado en el Indice Glucémico, luego de que hemos comido un alimento que los contiene.
Algunos ejemplos de alimentos de este tipo son el pan, la soya, los garbanzos, las lentejas, las verduras, las frutas, el arroz y las patatas.